La eficiencia energética en las empresas españolas

Actualmente, nos encontramos en plena emergencia climática, lo que hace, a las empresas, fijarse nuevos objetivos hacia un nuevo modelo energético que garantice la sostenibilidad del planeta. La sostenibilidad no se entiende sin la eficiencia energética de aquellos recursos naturales que necesitamos. Las entidades españolas son conscientes de que la sostenibilidad es una pieza clave a nivel estratégico para su negocio.

Según un estudio reciente, sobre eficiencia energética en España, se detalla que “El 98% de las empresas españolas ya están invirtiendo, o tienen previsto invertir, en estrategias para lograr un consumo energético más eficiente”, lo que revela que el nivel de concienciación es cada vez mayor. Este estudio revela que, el 51% de las empresas encuestadas considera que la inversión inicial es la principal barrera para llevar a cabo estas mejoras, lo que acaba impidiendo que sobre todo muchas PYMES puedan materializar su conversión hacia un modelo más sostenible.

El tejido empresarial español está compuesto mayoritariamente por pequeñas y medianas empresas, PYMES, que representan el 82% de la ocupación empresarial. Desde la perspectiva del consumo de energía y según diferentes estudios, las pymes españolas consumen alrededor del 15% de la demanda energética total. Pero lo más revelador de dicho estudio, es que alrededor del 30% de esa demanda podría ser reducido con medidas de eficiencia energética.

Las empresas españolas que invierten en eficiencia energética, además de, lograr un consumo eficiente, ahorran un 51% de sus costes e incrementan su competitividad frente a las demás entidades en un 45%.

Sin embargo, las PYMES españolas se resisten a aplicar medidas de eficiencia energética, principalmente por dos motivos fundamentales:

  • El poco conocimiento real de sus datos energéticos y de las posibilidades de mejora que tienen al implementar soluciones energéticas eficientes.
  • La creencia en que la aplicación de medidas energéticas eficientes supone una fuerte inversión económica.

No obstante, la mayoría de las entidades antes de dos años recuperan las inversiones realizadas. Como, por ejemplo, con medidas que abordan la optimización de potencia, la eliminación de consumos fantasma, la compensación de energía reactiva y el cambio de sistema de iluminación convencional por LED, entre otras.

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